Fermín empezó el oficio desde muy pequeño, trabajando como aprendiz, donde luego paso a ser cortador y posteriormente, después de estudiar corte y confección, se graduó como sastre en la antigua sastrería de toreros Ripolles de Madrid.
En el pequeño taller, se confeccionaron en el primer año, una veintena de vestidos con la etiqueta de Fermín.
Sus nuevas ideas cambiaron la línea del vestido de torear, con chaquetas más pequeñas y cortas, y taleguillas más afinadas, que hacían lucir la figura del torero de una manera más estética.